lunes, 13 de agosto de 2007

Horizonte de escape


He despertado, son las diez menos cuarto de la mañana de un jueves y aún tengo la cabeza en centrifugado, que noche esta. Ha pasado ya gran parte de la mañana y aún persiste ese eco en mi mente que me somete a mil preguntas sin una respuesta tranquilizante. Supongo que el centrifugado cesará cuando obtenga una contestación agradable, aunque claro que esta no tiene porque aludir a la realidad.

Se dice que la felicidad esta en la ignorancia, ¿por que razón voy yo a desestimar este planteamiento?, quizas me pueda preguntar en que situación se debía encontrar quien inventó este dicho. ¿Se trataba sencillamente de alguien cómodo?, ¿de alguien que no se exige mucho así mismo?, ¿o tal vez de alguien que ya estaba cansado de buscar y finalmente se contentó con la primera respuesta agradable que obtuvo?. Pero... ¿si nos contentamos con una mentira?, por muy agradable que pueda llegar a parecernos, nos convertiría en borregos inconscientes no merecedores de un cerebro humano, diseñado este entre otros, para cuestionarnos las cosas y no conformarnos con lo cómodo y agradable. Eso sería dejarse llevar por los instintos, eludiendo cualquier responsabilidad humana, de las cuales, concretando, seleccionaríamos en este caso "evolución".

Entonces... matizando un poco mi macedonia mental, para conseguir engañar este dolor de cabeza, he de creer que todo lo que me hacía feliz antaño volverá, o que al menos, un sustituto de ese cúmulo de vivencias, vendrá a mi pronto. Todo esto a sabiendas de que me estoy engañando a mi mismo... ¡oughtsfummmmmmm!, ¡mierda!, ¿a quién quiero engañar?, ¡aghhhhh, mi cabeza!.

Aún saboréo mi almuerzo; rayos y centellas con Paracetamol disuelto en un vaso de agua. Ahora toca esperar, pero esa palabra no he conseguido metabolizarla aún, así que decido salir a que me de el aire. Una vez en la calle, sí, me da el aire, y percibo en él todo tipo de olores poco gratos (gas butano, gasolina, aceite veterano de freidora, goma de neumático de Jhonatan de Zaidín, incienso de hierro "estan soldando estructuras metálicas en la obra de al lado", y un sinfín de exóticos olores... exóticos para un nativo de Tuvalu Islands).

Debo escabullirme de esta realidad, mi realidad... ¡arghhhh!, ¡mi cabeza!, otra vez buscando la salida facil. A ver Jorge, razona "me digo a mi mismo", diez mil millones de moscas no pueden estar equivocadas, ¡COME MIERDA!... Ummm, no, prefiero quedarme con el dicho anterior. ¿Que hago entonces?, ¿me sumo en la ignorancia más profunda?.
Decido pues huir a un paraje desierto de humanidad, donde habita todo tipo de fauna ibérica privilegiada por no tener dolores de cabeza, al menos claro esta, debido a un centrifugado excesivo de trapos sucios.

Postdata: Intento oler la florecilla de la foto, pero esta seca, esnifo involuntariamente componentes varios del espécimen que se desprenden hacia mi nariz debido a la fuerza ejercida por mi "ignorante" acto de inhalación.

Sobre el flyer:
Fotografía: Paraje cercano a Lanjarón.
Tipografía: Helvetica, lo se, soy un pesado.

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